En ese mundo tan repleto de cosas bellas, de ilusiones y ansiedad.
Llegas a casa y todos amamos ese brillo eterno que tienen tus ojos, y ese resplandor siempre tan vivo en tu cabello.
Pequeño felino, escabulles deseoso los cariños mal recibidos... pero siempre vuelves a esas manos villanas que toman tu rostro con delicadeza tal que sólo esperas sentir más.
Te amo, tal como cuando descubrí por vez primera lo feliz que me hace verte.